martes, 8 de enero de 2013

Carta a los Reyes Magos leída por Paula el 4E

                     



Me llamo Paula y tengo 9 años. Aunque sea pequeñita por mi edad, os diré que ya comprendo muchas de las cosas de este mundo tan complicado. Mis padres dicen que he nacido en otra época. Desde que era pequeñita sé manejar el móvil y el ordenador mucho mejor que ellos, incluso enseñé a mi abuelo y abuela el año pasado. Digo enseñé, porque mi abuelo murió hace hoy 2 meses. Estas navidades están siendo especialmente difíciles y por supuesto nos acordamos mucho de él. Mi abuela Josefa está muy triste, ahora viste solo de negro y ya no quiere jugar conmigo. Me encantaba cuando los domingos nos sentábamos todos los primos a escucharles junto a la chimenea y nos contaban historias de cuando ellos eran pequeños . Cuánto han tenido que luchar para llegar a conseguir todo lo que nosotros tenemos hoy .

En casa y desde hace un tiempo, sólo oigo la palabra crisis por todos lados. La verdad es que no sé muy bien lo que significa, pues cuando veo que llega mi tío Luis a casa y habla con mi padre sobre el trabajo, le dice que hoy tampoco ha tenido suerte y que no ha encontrado nada, o cuando paseamos por la plaza del pueblo y Laura, la dependienta de la esquina, le dice a mamá que va a tener que cerrar su tienda porque se hace insostenible llegar a final de mes; también mi vecino Rafael que es fontanero y tiene hijos de la misma edad que yo, se enfada porque se tienen que apañar con 300 euros… ¿Por qué están todos los mayores tan tristes y enfadados? No sé, pero lo que sí os digo que esa palabra crisis signifique lo que signifique no me gusta nada.

En el cole no soy mala estudiante. La asignatura que más me gusta es Conocimiento del Medio, pero sobre todo y sin dudarlo os diré que lo que más me gusta es cuando la seño nos explica el tema de los animales. El año pasado me alegré mucho cuando recibí un sobresaliente en un trabajo que teníamos que hacer en grupo sobre los mamíferos. ¡Cómo no! elegí a la vaca de leche por resultarme de lo más familiar.

¡Ah! ¿Qué aún no os lo he dicho? Mi papá es ganadero. Se llama Francisco y lo cierto es que no lo veo demasiado porque cuando se va a trabajar es muy temprano, todavía no ha salido el sol y yo aún estoy dormida. Comemos juntos y se vuelve a marchar al campo. Por las noches, hay días que hablo un poco con él, si no viene demasiado tarde y espero con impaciencia que me tape con las mantas y me dé un beso de buenas noches haciéndome cosquillas . Hay días que se come la cena fría y le dice a mamá que ha tenido que quedarse a ayudar al ternero a salir porque una vaca no podía parir.

A mí me gusta muchísimo irme los sábados y domingos con él. Mamá dice que si hago los deberes pronto durante la semana, puedo hacerlo. Yo le ayudo a dar de mamar a los pequeñitos, le pongo la tetina a las vacas más grandes y aunque la pala es más grande que yo y pesa mucho, arrimo el pienso como puedo con mi perrito Toby trastoleando por allí. Me subo al tractor de mi padre y en primavera hacemos grandes bolas de heno para que las vacas tengancomida durante todo el año. Yo no quiero ser arquitecta, futbolista o maestra como la mayoría de los niños, a mí lo que me gusta es ser ganadera, ir de aquí para allá viendo mi ganado y darle de comer a las vacas. Creo que es un trabajo muy duro y sacrificado, pero a mí me encanta y es el más bonito de todos. Así me lo contaba mi abuelo, que luchemos con ilusión y todas nuestras fuerzas por mantener el sueño que ellos iniciaron hace muchos años .Es cierto que me da algo de envidia cuando oigo a mis compañeros que han ido a la playa en el verano y que han jugado con las olas y han estado en grandes hoteles, nosotros no nos hemos podido ir casi nunca juntos. Papá siempre ha tenido que quedarse cuidando las vacas, tan solo nos fuimos dos días a Granada y para mí fueron las mejores vacaciones de
mi vida.

Os voy a contar un secreto, hace algunos meses que veo a mi papá muy triste, preocupado, incluso le he escuchado llorar por las noches en el salón con mi madre, diciéndole que ya no puede más, que va a tener que vender todas las vacas y cerrar la explotación; ya no viene a la cama a darme un beso y desde mi habitación lo oigo hablar con otros señores diciendo que tenemos que estar todos unidos, que esto no puede perderse, que tenemos que salvar a la comarca como sea. Hablan de sólo unos céntimos de euro.

Ya me ha dicho que este año los Reyes vendrán más pobres, que solo puedo pedir un juguete y que cuando sea mayor lo comprenderé. No sé muy bien cómo ayudarle, pero me he acordado de que estamos en Navidad y todo el mundo habla de que en estas fechas sucede siempre algo mágico.

Yo cambiaré mi juguete para pedirle un único deseo a sus majestades los Reyes de Oriente; que la leche suba unos céntimos y tenga un precio justo para que miles de familias como la mía se queden aquí en nuestra tierra, no pierdan sus negocios y comiencen el nuevo año con una sonrisa y la ilusión de seguir en nuestras explotaciones. No quiero que ningún amigo mío del cole se tenga que marchar a otro lugar porque sus padres no tienen trabajo aquí .

El sábado por la noche os dejaré un cubo de agua para los camellos, tres vasos de la leche de la mejor vaca para Melchor, Gaspar y Baltasar y algunos bombones para el camino, ¡ah! también les dejaré todo lo que haya en mi hucha. Es el dinero que mi abuelo me dio para la feria y sólo espero que sea suficiente para que el domingo cuando me levante, vea una sonrisa en papá y mamá diciéndome que han recibido una carta de sus majestades los Reyes en la que pone que para este año el precio de la leche ha subido unos céntimos .

Un beso para los tres .

Paula

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